Salvador Gómez nos cuenta su experiencia viajando a Marruecos con Suzuki V-Strom
Viajar es para muchos una necesidad, una búsqueda de libertad y de nuevas experiencias que no podemos encontrar en nuestra rutina diaria.
Es por eso que la motocicleta además de permitirnos circular por la ciudad y hacer las gestiones que necesitemos en el día a día, nos lleva a viajar a lugares que se disfrutan con más intensidad a lomos de las dos ruedas.
Comenzar a viajar en moto es algo progresivo. Los primeros viajes con tu moto serán en tu zona de confort, cerca de tu provincia para ir cogiendo la confianza que necesitas poniendo a prueba tu moto. Poco a poco necesitarás más.
El salto al primer viaje fuera de tu país es un gran paso y requiere de un profundo estudio de la zona por la que vas a rodar y si nos permitís el consejo, empezad por lo más cercano, no os hagáis más kilómetros de la cuenta. Francia, Portugal o Marruecos tienen una gran oferta de carreteras, paisajística o cultural que merece la pena descubrir con tu moto.
Entre estos tres mencionados países, Marruecos es el destino estrella para los motoristas, y qué mejor recomendación que la de nuestro amigo Salvador que acaba de venir de su viaje con la Suzuki V-Strom. ¡Tomad nota de su viaje por Marruecos!
Hablar de Marruecos es hablar de AVENTURA con mayúsculas, una aventura cercana y accesible a cualquier persona que nos hará sentir como verdaderos exploradores, más aún cuando se viaja a lomos de una moto emulando los antiguos viajeros del pasado. Viaje lleno de sensaciones y vivencias que en Europa ya no se pueden experimentar, Marruecos es el país de los sentidos, acentuados estos últimos por viajar en moto, forma esta ultima de viajar en el que todo se vive con mayor pasión e intensidad.
Iniciamos el viaje y pasamos de estar en Melilla a circular por la carretera de montaña que nos lleva Midelt, mucho más entretenida que la llamada carretera interminable, pero que nos hace darnos de bruces con la realidad del país, sus preciosos y cambiantes paisajes así como con las intermitentes carreteras que pasan de ser asfaltadas a pista, con grandes variantes como puede ser: barro, riachuelos o graba suelta, pero que nos hace reafirmarnos más en la condición de aventureros que lleva aparejada el viajar en moto.
Adentrase por los pueblos y lugares alejados del turismo es la esencia de mis viajes a Marruecos, son esos lugares los que te hacen sentir bien en el país Alauita y uno de esos entornos es el valle de Amellago, magnifico sitio por sus vistas y sobre todo sus gentes, siendo una experiencia de paisajes y conducción cualquiera de las tres carreteras por la cual puedes acceder al valle, así como pasear por alguna de sus Kasbah y observar sus casas en la pared del valle.
Dirigirse a las dunas de Merzouga es sentir el desierto como todos entendemos, dunas, arena, sol y mucha belleza de lo más ínfimo que son los granos de arena. Pero antes de llegar pasamos por Rissani, pueblo de los dátiles y preciosas Kasbah casi abandonadas que denotan la grandeza de épocas pasadas y que como es habitual se encuentran fuera de la zona turística, pudiendo adentrase en ellas con nuestras motos, algo que los lugareños también hacen sin mayor problema.
La llegada a las afamadas dunas de Merzouga esta precedida por su visión a lo lejos, exhibiéndose estas de un color rosa pastel cuando tan siquiera son un espejismo en el horizonte, pero conforme nos acercamos a ellas van cambiando de color mostrando un naranja vivo que alcanza su máximo esplendor al atardecer con la aparición de sus formas más sinuosas, pasando a ser de un color plata tras la caída del sol, siendo todo un placer para la vista contemplar el cambio de colores.
Carreteras infinitas, que pueden pasar a ser una pista de tierra ya que se encuentran en obras rumbo a la ciudad de Agdz, salpicada esta carretera del símbolo que en nuestro subconsciente nos dice a gritos ¡¡¡..ÁFRICA..!!! y que no es otra cosa que las Acacias, arboles espinoso y símbolo de continente en el que nos encontramos, estando todo el camino salpicado de los mismos.
Rumbo a Imlil pasando por Taliouine el paisaje y la conducción es muy cambiante, pasando de inagotables rectas a curva tras curva, haciendo de la conducción un tramo nada aburrido, llegando a la incierta carreta que nos llevara a Asni. Subida hacia la montaña con cambio de temperatura brusca, aunque el paisaje hace que no te des cuanta de esos cambios ya que es precioso. Llegando al valle de Imlil el olor a vida es impresionante, algo que incrementa el poder levantar la mentonera del casco y percibir los olores con esa intensidad.
De vuelta al desierto, descendiendo hacia el valle de Ourika por una carretera de curvas entre pinos, llegando a la nacional 9 con sus interminables obras nos acercamos a Ouarzazate, cuna del cine en Marruecos y destino por un día para descansar y retomar fuerzas para la siguiente etapa que nos llevaría de nuevo a Midelt, entrando a ver las afamadas gargantas del Todra y Dades, espectáculo de la naturaleza con esas formas tan impactantes, así como mítica carretera con su famoso Zigzag.
Retornando a Melilla por la carreta llamada Interminable los pensamientos se cruzan con las ganas de regresar a Marruecos sin haberme ido todavía, analizas el viaje y los momentos vividos, pensando en lo bien que se ha comportado la V-Strom aceptando las mil y una situaciones en la que se ha puesto, asfalto, pista, barro, agua y socavones inesperados, respondiendo a todos muy bien, creando una unidad entre maquina y piloto, dejando claro que encuentra en su entorno natural, la AVENTURA.
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