By Raúl Cervigón
Raúl nos cuenta su aventura detallada por días con origen y destino en Salamanca, ciudad de residencia.
Día 1: Hoy toca uno de esos aburridos días de autopista que los moteros tanto detestamos. Salgo de Salamanca temprano y cruzo la meseta dirección norte para acceder por el País Vasco a Francia. Allí tomo rumbo este, y tras alguna parada en las magníficas áreas de descanso que pueblan las autopistas galas arribo a la ciudad de Carcassonne, famosa por su magnífica ciudadela medieval, con varias torres de observación y murallas dobles perfectamente conservadas.
Día 2: Jornada de transición en vías rápidas que abandono para cruzar la frontera entre Francia e Italia por el paso de Mont Cenis. Puerto alpino y lugar de cruce de los Alpes del cartaginés Aníbal con su poderoso ejército de elefantes. Tras las monótonas autopistas se agradece por fin curvear, y la GSA se transforma, de un auténtico sofá tragamillas a una ágil bailarina sobre el rizado asfalto. Desciendo al lado italiano camino de Turín y a mi derecha surge la magnífica Sacra di San Michelle que desde las alturas domina la ruta por el valle de Susa.
Día 3: El constante tráfico de camiones del norte de Italia me acompañará hasta Eslovenia. Allí por fin desactivo en el Navigator las vías rápidas, y nada más adentrarme en el país rumbo a su capital las retorcidas carreteras eslovenas hacen que el viaje tome un carácter muy distinto. Los bosques y praderas se suceden mientras me acerco a Liubliana, donde hago noche y visito su centro, con un gran ambiente. Y donde puedo degustar una suculenta pizza a la ribera del Ljubljanica con vistas a su imponente castillo.
Día 4: Desde la capital exploro el parque del Triglav, la montaña más alta de los Alpes Julianos, con el ascenso al Mangrt, los cincuenta tornantis numerados de la carretera Kranjska Gora, construida por prisioneros rusos durante la primera guerra mundial, el fotogénico Lago de Bled, y el menos conocido pero igual de espectacular lago de Bohinj. Toda esta zona es un auténtico paraíso para los motociclistas con un asfalto magnífico y multitud de restaurantes a pie de estrada.
Día 5: Amanece un día espectacular que hace que salga a carretera sin forros y con guantes de verano. Me dirijo hacia el sur a Ilirska Bristica, donde quiero visitar un memorial dedicado a los fallecidos en la Segunda Guerra Mundial. Tras ello me junto con un motero de la zona que me acompaña hasta la frontera con Croacia, cruzamos juntos y comenzamos a descender la majestuosa costa dálmata. Es sábado y un gran ambiente motero me acompaña con decenas de moteros italianos disfrutando de la zona.
Día 6: Descendiendo por la costa cruzo el paralelo 45 a la altura de Senj. Un modesto monumento nos recuerda que estamos exactamente a 5000 kilómetros del Ecuador y del Polo Norte. Abandono la costa para visitar los Lagos de Plivitce, un parque nacional que deja sin palabras a los amantes de la naturaleza. Desde allí me acerco a la abandonada base aérea de Zeljava. Tengo para mí sólo el acceso a los hangares subterráneos, y puedo de rodar por una pista de aterrizaje que se me antoja casi infinita. Los carteles que avisan de la presencia de minas en la zona aconsejan extremar la prudencia en la visita y no perder la perspectiva de donde nos hallamos.
Día 7: Me levanto con la resaca de la increíble jornada de ayer, pero al retomar la costa del Adriático mi mente se centra en el día de hoy y vuelvo a embelesarme con la brutal carretera que discurre paralela al mar. Tomo un ferry en Prizna y desciendo dirección sur por la isla de Pag, que me permite admirar la costa desde la perspectiva contraria y acceder a Zadar, donde su órgano de mar me espera para regalarme una de las puestas de sol más increíbles del viaje.
Día 8: Tras un tranquilo desayuno cargo la moto y me dirijo por la carretera 8 hacia Omis, cuna de grandes piratas que dominaron la zona gracias a “las flechas de Omis”, pequeñas barcazas de poco calado con las que atacaban y se ocultaban en la desembocadura del río Cetina. Me separo de la costa siguiendo el curso del río que se encajona entre grandes paredes verticales que hacen de la ruta una delicia paisajística. Retomo mi camino junto al mar, que ya no perderé hasta llegar a “La perla del Adriático”, Drubrovnik. Sencillamente espectacular, una visita obligada en esta ruta, con un casco histórico magníficamente conservado y que a finales de septiembre puedo admirar sin agobios ni calores.
Día 9: Me adentro en Montenegro, el quinto país de este viaje, por la increíble bahía de Kotor, con su famosa serpentine, revirada carretera que asciende a las montañas que la rodean, bautizada por los moteros que la visitan como “el Stelvio de Montenegro”. Arriba me aguarda un mirador con unas vistas que cortan la respiración. Pongo rumbo norte hacia la capital del país, Podgorica, y sin dilación me pierdo por las magníficas carreteras que me acercan al Parque Nacional de Durmitor, donde la naturaleza se desborda por doquier.
Día 10: Amanezco en un pequeño hotel de montaña que anoche encontré por azar tras alcanzarme la noche. Sin apenas turismo, carreteras casi vacías con paisajes sorprendentes y excelente gastronomía a pie de ruta Montenegro engancha. Tiene señalado en carteles indicadores las “Panoramic Roads”, que te guían por el país con seguridad de estar disfrutando de sus mejores carreteras. Disfruto como un niño y voy acercándome a la frontera con Bosnia, el sexto y último país del viaje.
Día 11: La estupenda carretera se transforma por completo al cruzar la pequeña frontera para tomar la carretera bosnia M18. El firme desaparece a tramos cubierto por tierra de la montaña. Me encamino a Sarajevo, donde acongoja observar las cicatrices en sus edificios de una guerra nada lejana mezcladas con el día a día de sus gentes. Una visita a las antiguas instalaciones de la pista abandonada de Bobsleigh pone el toque curioso a la jornada. Desde ahí me dirijo a Mostar, donde ceno una magnífica carne a la parrilla con vistas al viejo puente, símbolo de convivencia entre distintas religiones.
Día 12: O primer día de retorno. Desde Mostar accedo de nuevo a Croacia, no sin una breve visita a Medugorje, ciudad famosa por sus recientes apariciones Marianas. Una vez en la costa toca desandar el camino andado. Dejando de lado las visitas que me acompañaban en la ruta hacia el sur me centro en disfrutar totalmente de conducir mi moto. Los kilómetros se pasan volando parando únicamente cuando tienen que repostar, o la moto o el conductor de la misma. Pocos momentos disfruto igual que el instante de ver atardecer en plena ruta.
Día 13: Hoy abandono la costa croata totalmente enamorado de la misma. Cruzo ágilmente la frontera de Eslovenia, y me adentro de nuevo en las aburridas autopistas italianas con su tráfico pesado y un paisaje monótono. El control de velocidad y el modo confort de la suspensión electrónica se vuelven mis mejores aliados.
Día 14: Me espera otra jornada de aburridas vías rápidas. Me cruzo Italia del tirón, y como eso no es vida para un motero cuando llego a la frontera con Francia me salgo de la autopista y me voy a ver anochecer al Col du Galibier. Qué bien me sienta la combinación de curvas con el modo Dynamic de la BMW tras las eternas horas de autopista. Tanto la subida como la bajada las hago en completa soledad, llegando ya anochecido a Valloire donde encuentro un precioso hotel familiar, y una estupenda cena casera pone el broche de oro al día de hoy.
Día 15: Hoy me dedico a rutear por la zona. Los rizadísimos Lacettes de Montvernier, el Col du Glandon, el Col de la Croix de Fer, etc. Todos ellos me van acercando a Grenoble, donde tras otra jornada extasiante para todo aficionado a las motos hago fin de jornada y me dedico a visitar su Bastilla, que regala unas vistas increíbles de la ciudad.
Día 16: Toca madrugar y poner dirección sur. Me desvío por las Gargantas Du Nan, hacia el pequeño pueble Pont-en-Royans, que con sus casas colgadas recuerda totalmente a nuestra afamada Cuenca. Me descuelgo por el Combe Laval con sus túneles colgados sobre el valle antes de adentrarme de nuevo en las vías rápidas que ya no abandonaré hasta entrar en territorio patrio.
Día 17: Tras hacer noche en Manresa y visitar a un buen amigo me dirijo ya sin dilación a casa. Casi ochocientos kilómetros me esperan, pero no puedo resistir y al llegar a Zaragoza me desvío por la nacional dirección Soria para degustar un buen torrezno de la zona. Echo otro par de ellos al top case para compartir con los que me esperan en casa. Porque al final lo mejor de los viajes es regresar al lado de los tuyos, con tu mochila bien cargada de esas vivencias que la carretera te va concediendo con el paso de los kilómetros.
Rutómetro
Itinerario
Salamanca – Carcassonne – Turín – Liubliana – Plivitce – Zadar – Dubrovnik – Montenegro – Sarajevo – Mostar – Croacia – Eslovenia – Italia – Grenoble – Salamanca
- Ruta total: 6265 Km
- Época recomendada: Todo el año
Puntos de interés
- Lago Bled
- Medugorje, Serbia
- Drubrovnik
- base aérea de Zeljava
- bahía de Kotor
- Lacettes de Montvernier, el Col du Glandon, el Col de la Croix de Fer
Hotel recomendado Ruralka
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Hotel Don Fadrique, Alba de Tormes