By Marta Chamorro

Agosto no es ni de lejos el mejor mes para hacer un gran viaje en moto, por el calor y por la saturación de gente en casi todos lados. Pero es cuando tengo más días de vacaciones para poder hacer una ruta de más de 3 días, así que no hay más remedio. 

DÍA 1.Hay que salir de Madrid temprano para esquivar un poco el calor estival y después de atravesar la llana Meseta y bordear Burgos, llego a la ciudad más pequeña de España, Frías. Su perfil medieval en lo alto de un montículo y coronada por su castillo anticipa la historia entre sus muros. Repongo fuerzas y sigo camino hasta Pedrosa de Tobalina, donde un pequeño baño en su famosa cascada me alivia del calor. Sigo al norte hasta el monumento natural Ojo Guareña, donde cambio el casco de la moto por el de espeleología para visitar parte de los más de 100kms de cuevas kársticas y la ermita de San Bernabé, horadada en la misma roca. Este paisaje derivado de la erosión de millones de años es el que hace bellas las Merindades, plagadas de carreteras serpeantes por las que llego hasta Puentedey, con su espectacular puente natural que le da el nombre. Tras más de 400 kms es hora de descansar. 

DÍA 2.El día se levanta fresco y nublado, ideal para ir en moto a mi gusto. Atravieso Espinosa de los Monteros para adentrarme en los Valles Pasiegos, con una suave llovizna que da al paisaje un toque de película. Una densa niebla en Portilla de Lunada hace imposible ver la panorámica del valle desde el mirador, pero continuo ruta hasta Liérganes atravesando las nubes por carreteras solitarias y estrechas, que suben y bajan entre imponentes montañas salpicadas de cascadas y animales, con ese verde eléctrico que la lluvia agudiza, un verde que se te queda grabado en la retina. Sólo 200 kms en todo el día pero inolvidables cada uno de ellos. Llego al pantano de Reinosa, donde dormiré soñando con los paisajes de hoy. 

DÍA 3.Hoy me dirijo al sur para llegar a la deliciosa carretera de montaña desde Piedrasluengas hasta Potes, donde tomar algo fresco para combatir un calor inusual en esta zona. Bordeo los Picos de Europa, grises y majestuosos, alternando carreteras famosas, como san Glorio, con carreteras no tan famosas por Caín hasta llegar al mini-Stelvio asturiano: Casielles. Esta carretera la conocí hace dos años de forma casual y a lomos de una CBR600, cosa que me marcó tanto que me la tatué en el brazo y en este viaje tenía que volver a ella para disfrutarla como es debido con mi 890 actual. La moto tiene estas cosas, retos personales que pueden parecer una locura para los que no comparten nuestra pasión. Tras dejar las empinadas 23 curvas atrás, el atardecer llega mientras voy hilvanando las curvas del desfiladero de los Beyos, entrando y saliendo de Asturias y León, hasta llegar al albergue donde dormiré después de un día impresionante. 

DÍA 4. Levantarse en medio de la montaña es una sensación que me encanta y si después del desayuno, viene una ruta de curvas hasta un sitio como Riaño ya es una gozada total. Esta población leonesa al borde de un embalse y enmarcada en montañas, además de muy instagrameable es un paraíso motero. Tomo entonces la carretera hacia León para visitar esta ciudad que no conocía. Además de la joya del gótico que es la Catedral, se puede ver la conocida como “Capilla Sixtina del Románico” en san Isidoro. Acabo el día en un bar del Húmedo tomando una caña acompañada de una suculenta tapa y pensando que este alto en el camino ha merecido mucho la pena. 

DÍA 5. El día promete calor y me dirijo al precioso embalse del Porma para seguir por Isoba hasta san Isidro, atravesando carreteras curveadas y bien asfaltadas hasta que éstas se acaban entre las montañas astur-leonesas, llegando a las Foces del río Aller. Aquí el camino es estrecho, plagado de verde y pueblos colgados en subidas muy empinadas que ponen a prueba el par y los frenos de la moto y el vértigo y miedos de la piloto. Esto también es terapia. Continuo entonces hacia el alto de Aralla pasando por Boñar y Geras, por un sinfín de curvas solitarias, con esas montañas que en invierno están totalmente nevadas y ahora presentan un paisaje de piedra y arbustos muy característico, salpicado de vacas y caballos. Una zona tranquila y frecuentada por moteros, ideal para pasar noche en un albergue de montaña. 

DÍA 6. Salgo con el fresco de la mañana y visito el embalse de Luna para luego llegar al silencioso valle de Arbás, ahora amarilleado por un sol de justicia pero igualmente sobrecogedor por lo imponente del paisaje. Parada obligatoria para todo motero es Casa Ezequiel, saboreo sus embutidos y me dispongo a subir el puerto de Pajares. Coronar este puerto es pasar a otra dimensión, nublada, verde y asombrosa, la entrada triunfal a la preciosa Asturias. La ruta prosigue atravesando el Principado para acabar en Gijón y visitar a unos amigos. Gracias a ellos puedo ver algunos de los miradores más bonitos y empinados de la ciudad, sin duda vivir aquí sería ideal para desbloquear los miedos a las cuestas de cualquier motero. Toca degustar la maravillosa y abundante gastronomía asturiana, cachopo y sidrina, para poner el broche de oro a un día genial y dormir a pierna suelta. 

DÍA 7. Lo bueno de conocer gente de una zona que tú no conoces es que te llevan a sitios alucinantes… y en Asturias estos sitios abundan, además de estar cerca ente sí. El día es caluroso y soleado, así que hacemos una pequeña ruta por la costa desde Gijón hasta Avilés, para luego ir hacia el interior por curvas infinitas hasta llegar a Pilutuertu, enclave motero y perfecto para comer algo y despedirme de mis amigos. 

La tarde prosigue ya por vías más solitarias subiendo y bajando por carreteras que repasan con sus zigzags las montañas hasta Cangas de Narcea. Así cae la tarde y por un error del GPS llego a un cerro donde vislumbro la única nube que hay en todo el cielo, densa y enganchada en las montañas a las que me dirijo, porque debajo de esa nube está Galicia. Atravesarla me refresca y es como pasar a otra pantalla del videojuego: el día soleado y cálido se transforma en uno lluvioso y gris. Llego a Ribadeo, donde casi se puede tocar el río que discurre a ras de la carretera, lloviznando, con los colores del atardecer justo enfrente recortando la costa gallega. Después de más de 300 kms toca cenar y descansar junto al mar en el encantador pueblecito O Barqueiro. 

DÍA 8. Me despierta una intensa lluvia y aire que disfruto desayunando los dulces caseros del hotel con un buen café caliente, un placer hacer esto en pleno agosto. Charlando con la dueña del hotel me hace algunas recomendaciones, así que me equipo para el agua, pongo el modo Rain en la moto y me dirijo a Foz para ver San Martiño de Mondoñedo, considerada la  catedral más antigua de España. Después me dirijo a Betanzos para llegar a la hora de comer a esta población medieval coruñesa, famosa por su tortilla poco cuajada. Una delicia. 

Ya con un sol radiante voy hacia el interior entre el frondoso paisaje de bosques gallegos, bordeo la calurosa Ourense dirección a la sierra del Xurés, zona limítrofe con Portugal y paraíso de curvas, hasta el templo visigótico de Santa Comba de Bande, donde tengo la suerte de que vivan mis padres. 

Después de pasar unos días en familia, disfrutando de los últimos coletazos de las vacaciones en calma y recordando el viaje al escribir estas líneas, vuelvo a Madrid por la vía rápida y aburrida para retomar la rutina diaria y el trabajo. 

 

Y es que la mototerapia se administra en dosis llamadas rutas que son necesarias para combatir esa tediosa rutina, sanadoras y muy adictivas, ya que aunque duela que se acaben, sabes que otra nueva comenzará. 

Rutómetro

Itinerario

Madrid – Frías – Brizuela – Espinosa de los Monteros – Liérganes – Vega de Pas – Arija – Piedrasluengas – Potes – Casielles – Riaño – León – IsobaFelechosaGerasVillamanín – Mieres – Gijón – Avilés – Pilutuertu – Cangas del Narcea – Ribadeo – Viveiro – O Barqueiro – Foz – Betanzos – O Carballiño – Bande 
  • Ruta total: 3005 kms 
  • Época recomendada: Primavera-Verano-Otoño

Puntos de interés: 

  • Ojo Guareña 
  • Valles Pasiegos 
  • Potes 
  • Casielles 
  • Riaño 
  • Gijón 
  • Ribadeo 
  • Betanzos 
  • Bande 
  • Frías