By Aina Abello

Viajar en moto no entiende de estilos ni de estaciones así que no importa en qué momento ni con qué moto; cuando te apasiona descubrir paisajes y carreteras, cualquier ocasión es perfecta para ello.  

En mi caso, disfruto de esta pasión junto a mi Supersport. Quizás una deportiva no es la elección más popular para viajar pero, a veces, uno tiene que apostar por lo que le mueve por dentro, aunque suponga ir a contracorriente. Precisamente ese fue el sentido de este viaje, enfrentar el cauce del río Ebro, calcando cada meandro por carreteras de curvas desde su desembocadura hasta su nacimiento. No todos los tramos fueron fáciles, pero es justo ahí donde se encuentra la aventura, los mejores paisajes y grandes historias, como la que viví con la ruta que os presento a continuación: 

Día 1: 

Queríamos empezar la ruta en el nacimiento del río por lo que pasamos la noche en una acogedora casa rural, en el mismo Delta del Ebro. El día despertó nublado y lluvioso, madrugar en este caso no nos regaló el mejor de los amaneceres, pero a cambio disfrutamos de los primeros kilómetros bien frescos y rodeados de campos de arroz que pintaban de verde el paisaje hasta el horizonte.

 

Seguimos rumbo a Amposta, donde cruzamos el Ebro por el primer puente de muchos en este viaje y enlazamos un tramo de comarcal para llegar a Tortosa y seguir hacia uno de los “Colls” que más me sorprendió de este viaje, el Coll de Som. Me fascinó cómo en tan poca distancia se transformó el paisaje para pasar de campos llanos y carreteras rápidas a curvas sinuosas rodeadas de montañas. Terminamos el puerto pasando por pueblos con encanto como Miravet y siguiendo un tramo de comarcal desde el que prácticamente podías ver el río en cada curva, especialmente en la zona del Pas del Ase.

Continuamos pasando por Flix, Ascó (donde se ve a lo lejos su imponente central nuclear) y el embalse de Riba-Roja. La carretera nos siguió regalando unas cuantas curvas divertidas antes de cruzar la frontera de Cataluña a Aragón y llegar a nuestra próxima parada, en Fayón, población clave en la conocida batalla del Ebro de la guerra civil. Allí nos detuvimos a desayunar en el espectacular Mirador del Ebro.

Parada sin duda obligatoria, con unas vistas espectaculares a pie de la Ermita del Pilar y desde el que se puede ver también la torre de la iglesia del antiguo núcleo urbano de Fayón, hoy sumergido en las aguas del Ebro. 

Después de este viaje al pasado, subimos hasta Mequinenza y emprendimos rumbo a Zaragoza. El calor del mediodía empezaba a notarse, pero el esfuerzo valió la pena al llegar al centro de la ciudad y ver la solemne Basílica del Pilar. Muy recomendable pararse a visitarla, pues es una auténtica joya con historia íntimamente ligada al hilo de nuestra ruta. 

Ya habiendo recuperado fuerzas y con el relativo frescor de la tarde continuamos el viaje por un tramo aparentemente recto y tranquilo. Sin embargo, me llevé una grata sorpresa al descubrir el paraje que une Aragón con Navarra, las Bardenas Reales de Navarra. Un espacio declarado como reserva natural que, con sus imponentes formaciones rocosas, áridas a pesar de estar cercanas al río, nos trasladaron en el tiempo para hacernos sentir como “cowboys” atravesando el salvaje oeste (aunque a lomos de una montura con unos cuántos caballos de más que los de aquella época). 

Llegamos así a Tudela, donde nos desviamos del cauce del río tentados por descubrir las curvas que el mapa dibujaba en La Rioja. Tras disfrutar de sus paisajes y después de encontrarnos con alguna que otra maqueta de dinosauriosubimos al Alto de Vallaroso que nos deparaba el último reto del día: una bajada de temperaturas repentina, algo de lluvia y una carretera en obras con gravilla que hizo que echase en falta unos buenos neumáticos de tacos. Finalmente llegamos a Munilla para pasar la noche. Tras los 480 km de ruta y a la vista de los que nos esperaban al día siguiente, tocaba descansar y reponer fuerzas. 

Día 2: 

Amanecimos con la tranquilidad y el frescor de las montañas, cogimos fuerzas con un buen desayuno y, con las motos listas y esperándonos para rodar, retomamos el viaje. Pasamos primero por una carretera enmarcada por montañas rojizas, hogar de los buitres, que nos sobrevolaban imponentes. Seguimos rumbo a Logroño donde nos reencontramos con el cauce del Ebro. 

A partir de allí nos esperaban kilómetros rodeados de preciosos campos de viñedos hasta adentrarnos en otro de los puertos de montaña que más disfruté, haciendo una pausa en el Balcón de la Rioja con unas vistas espectaculares. Después de más curvas divertidas, llegamos a Berganzo y cambiamos los viñedos por los campos de girasoles. 

Tras otro tramo un poco más urbano, las curvas volvieron a tomar protagonismo y seguimos rumbo a Trespaderne, no sin antes darnos un baño en Sobrón y parar a ver el puente medieval de Frías.  

Poco después la lluvia nos obligó a resguardarnos, pero pronto volvimos a las carreteras estrechas y reviradas hasta Cidad de Ebro. Continuamos avanzando por paisajes boscosos, pasando por sitios con encanto como Pesquera de Ebro; el Mirador del Cañón del Ebro, imponente y realmente impresionante; y Orbaneja del Castillo, con pozas y cascadas dentro del propio pueblo. 

La tarde empezaba a caer y entramos en Cantabria rumbo a la parte final de nuestro viaje. La carretera se volvió más ágil y avanzamos con fluidez hacia Arroyo, donde yace la presa del Embalse del Ebro. Atravesamos a continuación Reinosa para llegar finalmente a Fontibre y culminar la ruta viendo el atardecer en el nacimiento del río que nos había acompañado durante todo el viaje. 

Aunque la ruta como tal había llegado a su fin, aún nos faltaban algunos kilómetros para llegar a casa. Ese último tramo fue el que me hizo reflexionar sobre lo vivido en esta experiencia y asimilar que el Ebro no es solo una fuente de agua y de vida, es un río que puede contar muchas historias. Una de ellas es la que os he explicado aquí, la de una motera a quien le mueve la pasión por descubrir mundo con su moto, sin importar que viajar con una deportiva sea, a ojos de muchos, remar a contracorriente. 

Espero que esta historia os anime a vivir la vuestra disfrutando de la pasión de viajar en moto. 

Rutómetro

Itinerario

 Delta del Ebro – Amposta – Tortosa – Miravet – Ascó – Fayón – Mequinenza – Zaragoza – Tudela – Alto de Vallaroso – Munilla – Logroño – Balcón de la Rioja – Berganzo – Sobrón – Frías – Trespaderne – Cidad de Ebro – Pesquera de Ebro – Mirador del Cañón del Ebro – Arroyo – Reinosa – Fontibre

  • Ruta total: 824 km 
  • Época recomendada: Primavera – Otoño

Puntos de interés:

  • Coll de Som 
  • Mirador del Ebro (Fayón) 
  • Basílica del Pilar (Zaragoza) 
  • Bardenas Reales de Navarra  
  • Alto de Vallaroso 
  • Balcón de la Rioja 
  • Berganzo 
  • Frías 
  • Mirador del Cañón del Ebro 
  • Presa del Embalse del Ebro (Arroyo) 
  • Reinosa 
  • Nacimiento del río Ebro (Fontibre)