By Silvia Izquierdo

Al principio, Córcega no estaba en mis planes de viaje. Quería conocer Los Alpes con mi África Twin, pero semana santa aún no era una buena época para hacerlo. Tenía mi africana perfectamente a punto, las vacaciones cogidas y muchas ganas de viajar, así que me dispuse a buscar otra opción. Abrí Google Maps e hice zoom sobre otras zonas de Italia más al sur, donde el clima sería un poco mejor. Fue entonces cuando mis ojos se fueron hacia una pequeña isla que se veía muy «verde» y no parecía haber ni una carretera recta. Aquello pareció ser, a simple vista, el paraíso de los moteros.

Me costó poco decidir que era el lugar perfecto para pasar mis vacaciones. Algunas fotos y unos vídeos en Youtube valieron para convencerme. El precio de la gasolina estaba por las nubes, el covid seguía haciendo de las suyas, pero nada me quitó las ganas. Así que me puse a planear mi viaje, pero tampoco mucho.

Al fin llegó aquel 9 de Abril. Había dormido pocas horas, pero las ganas y la ilusión aumentaba por momentos. Salí hacia Barcelona, donde iba a hacer la primera noche. Por supuesto, como a casi todos los moteros, la autovía me da alergia e hice casi todo el viaje por carreteras secundarias.

DÍA 1: Mi siguiente parada era Toulon (Francia), donde cogería el ferry que me llevaría a mi destino. Era un día un poco de «trámite», pero tampoco me disgustaba la idea de rodar un poco por la Costa Azul. Aún así, no fue un día que repetiría: demasiado tráfico y demasiados radares. Fueron 676 kilómetros que se acabaron haciendo un poco pesados. Un poco justa de tiempo, pero al fin llegué al ferry. Dejé a mi «pequeña» en el garaje del barco y me subí al camarote a descansar después de 2 días de muchos kilómetros y horas encima de la moto.

DÍA 2: Eran las 5:35 de la mañana cuando una música en el camarote del barco me despertó. Tardé poco en vestirme y fui a reencontrarme con mi “Afri”. El destino en cuestión fue Bastia, una de las ciudades más importantes de Córcega, al norte de la isla. Ya con el estómago lleno, cogí la carretera D80, “Col de la Serra”, que bordea el «cuerno» de la isla. Una carretera a pie de costa con unas vistas espectaculares. Ancha y en perfecto estado, ideal para quien le guste girar un poco de más el puño. Desde el punto más al norte, Cap Corse, pude ver a lo lejos las montañas nevadas de la misma isla. Unas vistas que sin duda merecen la pena. Aquel día fue prácticamente todo por carreteras de costa. Mi idea era adentrarme en el Monte Cinto y hacer noche allí, pero se me echó el tiempo encima y busqué un lugar para plantar mi tienda de campaña antes de que anocheciera. ¡Y qué lugar! un punto bastante alto de la carretera con vistas al mar. Sin duda, una experiencia increíble. Además, era mi primera acampada libre en solitario.

DÍA 3: Después de mi primera noche en Córcega (bastante fria, por cierto), me ponía en marcha para seguir haciendo el recorrido que el día anterior dejé a medias. Algo menos de 2 horas de carretera de costa antes de empezar a adentrarme en la zona más montañosa de Córcega: el Monte Cinto. En ningún momento dejó de haber curvas, pero eso sí, el asfalto poco a poco se fue estrechando y el paisaje cambiaba por completo. Tanto que en un rato no muy largo pasé de estar prácticamente en el mar, a poder hacer una foto de mi moto en la nieve en el Col de Vergio. Esa noche dormí adentrada en pleno Valle de Restonica, uno de los lugares que más mereció la pena en el viaje.

  

DÍA 4: Entre las gargantas de Restonica, hay una carretera (la D623) muy estrecha y en no muy buen estado que te lleva a un punto en el que no se puede continuar, pero para quien le guste el senderismo existen varias rutas que deben ser impresionantes. La zona desde luego es espectacular. Me tomé un café en una pequeña «casa-bar» que hay al final de la carretera, y me volví por donde había venido. Fue de las carreteras que más me gustó y disfruté de todo el viaje. Es para ir despacio, eso si, ya que en cualquier momento te puedes encontrar una vaca de frente o un coche, que son bastante más peligrosos. Me llamó la atención que allí la gente conduce bastante rápido y con poco cuidado. Llegada a la ciudad de Corte, bajé por Col de Sorba, una carretera que tampoco dejaba descanso alguno en cuanto curvas, la cual me llevó a Cozzano. Allí me dirigí de nuevo hacia la costa, cerca de la ciudad de Ajaccio, y me instalé en un camping a escasos metros de una playa que aquella tarde-noche estaba completamente desierta. Un auténtico lujo.

DÍA 5: Fui dirección a Ajaccio, otra de las grandes ciudades. Pero tardé poco en cambiar de opinión, yo quería moto y curvas, así que finalmente pasé de largo y seguí hacia el sur. En Coti-Chiavari comencé a meterme en zona de interior de nuevo. La carretera que va hacia Petreto-Bicchisiano no fue nada del otro mundo, además recuerdo bastante calor y cansancio acumulado y no la disfruté demasiado. No me duró mucho esa sensación, ya que en ese punto al coger el Col de la Tana se me pasaron todos los males: una carretera de alta montaña de asfalto perfecto y doble carril para «apretar» un poco a la Afri y terminar de despertarme. Esa misma carretera de ensueño me llevaba hacia Zonza, donde cogí la D268, una carretera bastante bonita entre árboles que me llevaba de nuevo hacia la costa este. Bajé por la costa por una nacional, la T10, con vistas bonitas pero con bastante población y tráfico. Ésta me llevaba hasta Porto Vecchio, donde hice noche.

DÍA 6: Desde Porto Vecchio fui dirección Zonza de nuevo, pero esta vez por otra carretera que no quería dejarme sin hacer: la D368. Una carretera bastante bonita en la que ruedas entre pinos y que pasa por el Lac de l’Ospedale. Una vez en Zonza, bajé de nuevo pero esta vez por el Col de Bacino, un puerto en el que ruedas entre mucha vegetación y en un asfalto en perfecto estado. Ese mismo día tenía que coger otro ferry en Bonifacio, que me llevaría a Porto Torres (Cerdeña). Pero quedaban bastantes horas aún por disfrutar de Córcega, y estaba cerca, así que me puse a dar vueltas y acabé rodando sin rumbo alguno por pistas cercanas a la zona. Es algo que intento no hacer yendo sola, pero qué queréis que os diga, ¡la cabra tira al monte! y no me podía ir de allí sin hacer algo de ‘off road’ corcegueño. A primera hora de la tarde estaba ya en Bonifacio, localidad más al sur de Córcega, y bastante bonita. Merece la pena dar un paseo y ver sus acantilados. Ya atardeciendo, llegó la hora de despedirme de mi querida isla. ¡Cuánto me había dado en tan pocos días!

DÍA 7: De nuevo, volvimos a los «días de trámite». Cogí un ferry que me llevó de nuevo a Barcelona. Una travesía al principio algo aburrida, hasta que varios viajeros en moto (algunos en solitario como yo, otros en pareja o con amigos) hicimos piña y así se nos hizo más ameno el trayecto, que duró algo más de 12 horas y que llegaba a eso de la 1 de la madrugada a Barcelona.

Ahora si que si. Ya es el final. Esta vez si toca coger autovía hacia Madrid. Ya estamos cansadas y al día siguiente toca volver a la cruda realidad de trabajar 8 horas al día. “Carretera y manta”, como se suele decir.

Como resumen, Córcega es una isla para todos los gustos moteros. Carreteras y paisajes de todos los tipos en los que puedes rodar durante una semana sin repetir ni aburrirte. En su gran mayoría, esas carreteras en las que haces «pocos» kilómetros, pero estás muchas horas encima de la moto. De esas que nos gustan a los moteros.

Rutómetro

Itinerario

Madrid – Barcelona – Lloret de Mar – Sant Feliu de Guixols – Toulon – Bastia – Osani – Ascó – Valle De Restonica – Cozzano – Cargese – Zonza – Porto Vecchio – Zonza – Bonifacio – Porto Torres – Barcelona – Madrid

  • Ruta total: 3.478Km
  • Época recomendada: Todo el año

Puntos de interés

  • Cap Corse
  • Monte Cinto
  • Valle de Restónica 
  • Lac de l’Ospedale
  • Bonifacio